Se ha restaurado la Puerta del Puente para hacer frente al deterioro de la piedra, en buena medida producido por la humedad que provoca la proximidad al Guadalquivir. Para ello se ha utilizado una moderna tecnología que permite regenerar la piedra afectada por si misma, antes de que el deterioro que produce el paso del tiempo y los agentes que actúan sobre ella obligue a sustituir las viejas piedras por otras nuevas. Esa restauración es todo un acierto, no sólo por lo que supone remozar una obra de arte, también por la aplicación de nuevas técnicas, que permitirán actuar sobre otros monumentos que necesiten de una restauración, sino porque, por el lugar donde se encuentra, la restauración era más que obligada, al formar parte del entorno de la Mezquita-Catedral, cerca del Alcázar de los Reyes Cristianos y junto al puente construido por los romanos, que le da nombre.
La Puerta del Puente es una de las tres puertas históricas, junto a la de Almodóvar, a la que es urgente quitarle los matojos -aquí no se trata de utilizar novedosas técnicas- y la de Sevilla, que quedan de las muchas que se abrían en la muralla que, en otro tiempo, circunvalaba la ciudad. Alguna otra ha dejado vestigios en la toponimia local. Su origen se encuentra en la que se levantó en época romana -a mediados del siglo I- para acceder a la ciudad por la vía Augusta, una calzada que, arrancando de Gades, atravesaba la Bética siguiendo el curso del Guadalquivir en dirección a la costa mediterránea. A esa puerta se la conoció en época musulmana como la de Algeciras y también se le denominó como Bab-al-Qantara, Puerta del Puente, que es con el que ha llegado hasta nuestros días.
Desde finales de la Edad Media la puerta estaba muy deteriorada y ya, bien entrado el siglo XVI, se decidió construir una nueva por la que se daba entrada a la ciudad desde las tierras del sur. El cabildo municipal aprobó el correspondiente presupuesto y las obras se iniciaron en 1572, siendo corregidor de la ciudad don Alonso González de Arteaga. Se la encargaron al maestro de obras, Francisco de Montalbán. Sin embargo, estuvo al frente de ellas muy poco tiempo.
Los capitulares decidieron que era necesaria una puerta con más valor arquitectónico para dar mayor lustre a la ciudad. Montalbán fue sustituido por el tercero de los miembros de la saga de los Hernán Ruiz. Ese cambio de proyecto, obligó a aumentar de forma considerable el presupuesto inicial que pasó de ser de mil cuatrocientos a tres mil cien ducados. Una suma considerable para la época. Por problemas económicos las obras estuvieron paradas durante algún tiempo y finalmente, para recortar gastos, no se concluyeron según el proyecto. Esto de que las obras se alarguen en el tiempo, incluso que se dejan sin rematar, según el plan inicial no es cosa de nuestro tiempo. Pero quedó una obra más que notable en la que se colocó, por encima del dintel, una inscripción señalando que la obra se hizo reinando Felipe, quien había convocado en 1570 las Cortes de Castilla en Córdoba, para tratar del asunto de la guerra contra los moriscos.